Los seres humanos hemos demostrado desde siempre una gran
capacidad para modificar ambientes naturales, y en muchos casos estas
alteraciones llevan a la destrucción de los ecosistemas originales. La creación
de las ciudades y actualmente las megaciudades, como Buenos Aires y el
Gran Buenos Aires, introduce modificaciones tan importantes en el
ambiente original que la mayoría de las especies autóctonas desaparecen, favoreciendo que algunas otras
proliferen sin control. Las especies que pueden colonizar esos nuevos
espacios son, entonces, las más oportunistas, que son de hecho las que abundan
en los ambientes urbanos: murciélagos, ratas, cucarachas y mosquitos. Estas
ocupan las ciudades y aumentan su población por la ausencia de depredadores
naturales.
Esto sirve para la introducción del tema que nos ocupa: “las
palomas en Buenos Aires”. Esta ciudad no es la primera ni la única en
plantearse el tema de que hacer con las palomas que, a simple vista, ensucian
los monumentos y las fachadas de los edificios, amén de los autos y, de vez en
cuando, la ropa de un desafortunado caminante, aunque según el saber popular el
ser ensuciado “trae suerte”!
En ámbitos científicos se explica sobre microscópicas
esporas, que salen llevadas por el viento, proveniente de las defecaciones de
las aves. En el caso de las palomas no hay una zoonosis, (enfermedad
transmitida de los animales al hombre) que afecte hoy de manera contundente al
habitante de esta ciudad. Si se da el caso de alergias. Iguales a las
producidas por el pelo de los gatos. ¿Y que haríamos? ¿Salir a matar gatos?
Ante esto el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires propuso criar y luego
soltar halcones para depredar a las, según ellos, “malignas y molestas
invasoras”. Ahora bien, ¿Quien puede garantizar que estos cazadores municipales
alados, que eso serían los halcones, entiendan que su trabajo es atacar “sólo”
a las palomas y no se dirijan a la Reserva Ecológica
de Costanera Sur a alimentarse de teros, loros, mirlos, calandrias y todas las
especies de reptiles y anfibios que allí habitan? Nadie. Seriamente nadie
puede.
¿Quién puede garantizar que luego no sea necesario “criar y
soltar” depredadores de esto halcones, si es que se convierten, según el saber
de las autoridades municipales actuales, en una nueva plaga?. Nadie. Seriamente
nadie puede.
¿Entonces no hay alternativa?
Si. La hay. Hay alternativas y ya probadas. No sólo en la
lejana Italia, donde ha dado excelentes resultados, sino en la más cercana
Mendoza. Allí se ha implementado un plan para alimentar a las palomas con cebo
(por ejemplo maíz) mezclado con un producto anticonceptivo llamado “OVO CONTROL
P”. Este producto se dosifica de acuerdo al número de palomas que habitan en el
lugar y se administra diariamente hasta lograr una población “aceptable” para
la zona, pudiendo llegar al control del 70% del número actual. El “OVO CONTROL
P” no evita que pongan huevos sino que el número de ellos que germina
desciende. No puede ser aplicado por vecinos comunes sino por un equipo
entrenado en el manejo de productos sanitarios. Y el Gobierno de la Ciudad ya tiene entre su dotación
a este personal calificado. La TV
y los diarios los muestran todos los años cada vez que los mosquitos se
transforman en la nota de color. Son los de esas camionetas que pasan sobre las
plazas o los Lagos de Palermo, echando una niebla casi inocua al ser humano.
En otras ciudades, como París, se usaron nidos para las
palomas que agitaban, por un mecanismo eléctrico, a los huevos de estas aves
impidiendo que la mayoría de lugar a un nuevo pichón. ONGs de defensa de los
derechos de los animales, si bien apoyaron en primera instancia estos métodos,
terminaron por repudiarlos pues provocaban lastimaduras en algunas aves adultas
que allí incubaban.
Entonces si existe un método casi inocuo, que se puede
comenzar a utilizar inmediatamente ¿Por qué no se hace? ¿Por qué utilizar
animales, que no sabemos como van a reaccionar, para controlar animales que
creemos plaga? La respuesta está en el insondable intelecto del Gobierno del
Ing. Macri.
Eduardo Murphy
Director
Centro Argentino para el Derecho Animal y Ambiental
centroargentinoderechoanimal@gmail.com
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarQue bueno lo del método anticonceptivo en Mendoza! No sabía que acá en Argentina se estaba utilizando. Las especies exóticas invasivas deben controlarse, pero de una manera ética y no a través de la matanza, como se hace actualmente con los castores, las ardillas de vientre rojo, jabalíes, etc.
ResponderEliminar