miércoles, 24 de abril de 2013

Nada será posible hasta que no entendamos que la liberación animal está en nuestras manos.




Nada será posible hasta que no entendamos que la liberación animal está en nuestras manos.

La liberación animal, entendida como la liberación de los animales del sufrimiento, encierro y explotación al que están  siendo sometidos, está en nuestras manos.

Suele idealizarse la liberación animal con activistas que tienen sus rostros cubiertos, abriendo jaulas. Imagen romántica, de una aventura casi siempre ilegal, que hace que quien la contemple, reflejada en los relatos, piense que no es algo que pudiera hacer pese a la simpatía heroica que esto le despierta.

Nada más alejado de la realidad. Es como si al contemplar un trozo de hielo en un vaso, creyéramos que eso es un glaciar. Puede ser parte de uno, pero dista mucho de ser todo el glaciar.

Decir que algo está en nuestras manos es algo que nos llena de posibilidades al mismo tiempo que nos carga de responsabilidades.

En liberar a los animales esto se puede aplicar. Se debe entender para, al fin, aplicarlo.

Nuestras conductas diarias pueden ser una liberación o una explotación de los animales. Y no sólo por el hecho de evitar comerlos o vestirnos con sus cueros y pieles.
Utilizar productos de limpieza o belleza, y aún medicamentos, testeados en ellos es parte de la complicidad desconocida por muchos que dicen simpatizar con los animales.
No racionalizar y reciclar los residuos producto de nuestra actividad diaria, es una forma que, indirectamente, afecta a millones de seres sintientes a diario. El elegir, al comprar, productos sueltos o sin gran cantidad de material en su envase reduce daños a los animales, de manera inimaginable.

Pero estas actitudes, que podríamos convenir en llamar pasivas, no son de gran ayuda en esa liberación.
Sólo las actitudes activas se traducen en pequeñas victorias en la verdadera liberación animal.

Comprometernos, participar (activa y no virtualmente), son las únicas herramientas válidas.
Si convenimos que la liberación animal está en nuestras manos, significa esto que es nuestra responsabilidad el que hoy sigan sufriendo.
No tener las llaves del candado que cierra la jaula, no es excusa para no abrir su puerta.

Todos tenemos en nuestra vida diaria muchas obligaciones, sin dudarlo. Pero no participar nunca de una marcha, de una manifestación, de un acto en las calles, argumentando lo apretado de nuestra agenda, es una excusa que sólo a los hipócritas no los hace sentir vergüenza.
Y solo sacando a la calle, a la luz pública, el tema de los animales y los sufrimientos que hoy mismo están padeciendo es como estos van a empezar a terminarse.

Si continuamos sentados debatiendo, llorando o maldiciendo es equivalente a tener las llaves de esa jaula y no abrirla.

Eduardo Murphy